Una niña con ansiedad por desempeño siendo consolada por su padre

Ansiedad por desempeño en la infancia y adolescencia

Para los niños y adolescentes, la visión que tienen de sí mismos (o autoconcepto) viene en gran parte determinada por cómo sienten que les perciben y definen las personas de su entorno, principalmente los padres y amigos.

Así pues, en la etapa de la infancia y adolescencia la definición que uno hace de sí mismo tiene mucho que ver con aspectos que los demás resaltan de su personalidad o de su comportamiento habitual como, por ejemplo: “soy muy ordenado” (mamá siempre me dice que tengo todo en su sitio), “soy muy simpático” (mis amigos me suelen decir que les hago reír) o “soy muy torpe” (en casa y en el colegio siempre me están riñendo porque todo se me cae o yo me caigo bastante).

En base a los ejemplos arriba mencionados, podemos afirmar con bastante rotundidad que los niños y adolescentes interiorizan tanto los mensajes positivos como los negativos que reciben sobre cualidades o características personales, pero tienen especial influencia estos últimos por cuestiones evolutivas.

Para nuestro cerebro, los mensajes negativos disparan una actitud de supervivencia, como si tuviéramos que enfrentarnos a una amenaza del entorno, mientras que los mensajes positivos, estrictamente hablando, “no nos preparan” para sobrevivir.

Ésta es, por tanto, la explicación de por qué recordamos con más fuerza aquella vez que nos dijeron que íbamos vestidos de forma extraña con mucho más peso que las mil veces que han destacado nuestro atuendo.

El papel de las expectativas, ¿Cuál es?

En relación con la impronta de esos mensajes que recibimos constantemente del exterior, aparece el papel de las expectativas, esto es, aquello que esperamos que suceda o se desencadene en un evento, situación o persona concreta.Un adolescente con ansiedad

Con frecuencia, padres, familiares, profesores, compañeros y amigos lanzan mensajes relativos a las cualidades de otra persona que no dejan de ser un mero reflejo de aquello que esperan que suceda (o no). Por ejemplo: “estás muy despistada” (y eso va a repercutir en tus resultados) o “tienes que ser un poco más sociable” (o no querrán jugar contigo).

Las expectativas de los demás sobre los niños y adolescentes, incluso aunque no se trasladen de forma directa, generan una presión añadida en ellos que, a menudo, buscan por necesidad de afiliación no decepcionar a aquellas personas que suponen un vínculo de relevancia.

Esta presión, a su vez, se relaciona con el componente cognitivo de la ansiedad, la preocupación (worry), y eleva la activación tanto física como cognitiva hasta niveles que dejan de resultar productivos y sólo generan un malestar tremendo en el niño/adolescente.

¿Cómo afecta la ansiedad al desempeño?

Cuando un niño sufre ansiedad por desempeño, a menudo hablamos de que las expectativas que se han puesto en torno al mismo pueden ser percibidas como muy por encima de su capacidad de responder a ellas.

Esto también suele ir ligado a una experiencia de “fracaso” anterior como, por ejemplo, haber obtenido una calificación más baja de lo habitual en un examen, no haber tocado de la forma adecuada un instrumento, o no haber alcanzado resultados satisfactorios en un deporte concreto.

Cuando, ante estas situaciones, en lugar de apoyar al niño/adolescente, le recriminamos que no haya cumplido con los estándares que habríamos esperado de él/ella, lo único que conseguimos es que dicho contexto pueda ser reinterpretado como aversivo, y cada vez le sea más complicado exponerse al mismo.

Por tanto, para gestionar la ansiedad por desempeño en niños y adolescentes, ante todo, debemos ser conscientes de las capacidades, fortalezas, gustos, y limitaciones de la persona que tenemos delante.Un niño con ansiedad por desempeño durante un examen

Por mucho que queramos que nuestro hijo sea campeón de baloncesto, si no le gusta este deporte o prefiere cualquier otro, probablemente nunca obtendrá buenos resultados en este deporte de equipo.

De igual modo, por mucho que queramos que nuestra alumna obtenga buenos resultados en matemáticas, debemos contemplar la posibilidad de que tenga más dificultad para el aprendizaje numérico (y requiera de una ayuda adicional) y, sin embargo, nos encontremos ante una niña con grandes habilidades en el aprendizaje verbal.

Por ello, será fundamental que el entorno refuerce positivamente aquellos puntos que constituyen una fortaleza en el niño/adolescente y le ayude a buscar estrategias para enfrentarse a aquellas asignaturas o pruebas que puedan suponer una mayor dificultad, de manera que obtenga unos resultados con los que sienta que de su esfuerzo se obtiene una recompensa y no un castigo cognitivo.