adolescente sufriendo ciberacoso

El ciberacoso o cyberbullying es un tipo de acoso o persecución que se da a través de alguna o varias plataformas digitales con el objetivo de difundir información real o inventada (difamación), generar ataques hacia alguien o bien tratar de recopilar datos de una o varias personas para así poder chantajearlas o manipularlas. En España, el ciberacoso se considera un delito.

Podemos encontrar ciberacoso en cualquier ámbito o entorno: educativo, laboral, relaciones amorosas, etc., aunque nuestra publicación de hoy versará especialmente sobre el ciberacoso en el ámbito escolar.

Esta forma de acoso es una variante del bullying tradicional, en el que tanto agresor/es como víctima/s son fácilmente identificables, se utilizan unos medios para amedrentar que se pueden observar durante el proceso en el que se emplean (tomar propiedades de la víctima, dejarles notas amenazantes, etc.) o después del mismo (marcas en el cuerpo en caso de agresión física, estado emocional perturbado de la víctima en caso de agresión psicológica, etc.), y resulta más sencillo elaborar estrategias para prevenir un posible acoso trabajando con todas las partes implicadas.

Cuando hablamos de cyberbullying, la localización de víctimas sigue siendo bastante viable, pero la dificultad inherente a este tipo de acoso es que tras las plataformas virtuales cualquiera puede ejercerlo. Por tanto, identificar a un agresor a través de la red se vuelve una tarea mucho más complicada.

Por otra parte, el abanico de medios disponibles para chantajear, manipular, extorsionar, difamar y vulnerar el estado físico y psíquico de la víctima es exponencialmente superior al rango tradicional, debido fundamentalmente a dos factores:

  • La flexibilidad de la red: De la misma forma que ocurre con las plataformas de descarga ilegal, cuando una página web cuyo contenido está expresamente dirigido al acoso de alguien es posible cerrarla cuando se presenta una denuncia. No obstante, también es probable que otra plataforma de similares características pueda surgir en los días posteriores.
  • La infinidad de redes sociales existentes: Actualmente existe tal variedad de redes sociales disponible que, en cuestión de unos minutos, información (real o inventada) relativa a la víctima puede haber llegado a manos de decenas o, incluso, centenares de personas.

Tampoco debemos olvidarnos de una cuestión fundamental que quedaba implícita en el párrafo anterior: la magnitud del impacto.

En el bullying tradicional, el acoso físico o psicológico suele ser conocido por los alumnos de una misma clase, de un curso o, en el peor de los casos, por varias clases dentro de un mismo recinto educativo.

Sin embargo, con el ciberacoso es posible que información falsa sobre alguna persona llegue a oídos de otras personas que ni siquiera la conocen (de otros centros educativos, de otros rangos de edad o, incluso, de otras localidades).

Como se puede imaginar, y en relación a lo ya mencionado, en estos casos es mucho más difícil poner en práctica estrategias de intervención adecuadas o adaptadas a la situación.

¿Quién es el acosador y quién es la víctima en el ciberacoso?

Quizá otra diferencia sustancial del ciberacoso con respecto al bullying tradicional tiene que ver con el tipo de víctima y de agresor.

La realidad es que el tipo de víctima no cambia demasiado de un modelo de acoso a otro (sigue siendo alguien a quien se considera vulnerable, diferente, envidiado/a por algún motivo, etc.), aunque sí podemos encontrar cambios notables en el tipo de agresor.

A partir de los factores descritos en el apartado anterior en relación con la gran variedad de medios disponibles para amedrentar a la víctima y la opacidad que existe para poder localizar al agresor, cualquier persona podría ser un potencial ciberacosador.

Whatsapp es una plataforma de ciberacoso

Afortunadamente, el porcentaje de población que recurre al cyberbullying para generar sufrimiento en otra persona es reducido en comparación con la población general.

Sin embargo, la “ventaja” que ofrece la red con respecto al bullying tradicional tiene relación con esa dificultad para poder localizar al agresor, lo que permite que personas que quizá no serían capaces de acosar a otras de manera física, sí puedan utilizar medios electrónicos para tomar medidas contra alguien.

¿Cómo se puede trabajar el ciberacoso?

Teniendo en cuenta las limitaciones que ya hemos mencionado, para trabajar el ciberacoso es fundamental hacer una buena campaña de sensibilización y prevención, y adaptar y desarrollar estrategias de intervención para víctimas y agresores.

En primer lugar, debemos hacer un trabajo exhaustivo con las víctimas. Nuestra función como psicólogos es evaluar el estado emocional del o de la paciente y determinar qué áreas pueden necesitar un apoyo psicológico específico (sobre todo autoestima, autoconfianza y confianza en los demás, agresividad, búsqueda de apoyos, desarrollo de asertividad y habilidades sociales, fracaso escolar, desmotivación, etc.) y qué otros aspectos se pueden trabajar en conjunto con el resto de compañero de aula y con la familia.

La herida emocional de las víctimas puede ser verdaderamente profunda, por lo que tenemos que mostrarnos pacientes, acogedores y receptivos con lo que se quiera compartir con nosotros y ser capaces de valorar cada paso que la víctima haga en su camino hacia la recuperación del bienestar emocional, por pequeño que nos pueda parecer, ya que podemos asegurar que es un gran paso para él/ella.

En segundo lugar, sensibilización y concienciación para los agresores (recomendable, como medida de prevención, trabajar con toda el aula).

Con los agresores es muy importante trabajar a nivel emocional y relacional para ver qué necesidades ha habido a la hora de tomar la vía del acoso como “solucionadora” de problemas, y qué tipo de aprendizajes relacionales (vínculos, apegos, etc.) se han establecido a lo largo de su vida que puedan explicar un uso instrumental de las relaciones humanas, o bien una inseguridad y baja autoestima que pueden llevar a percibir al otro como una amenaza.

Una vez explorado todo esto, es recomendable trabajar a nivel terapéutico todos los puntos débiles que se hayan podido localizar y que puedan convertirse en puntos fuertes y saludables para la persona.dos niños haciendo ciberacoso

De igual modo, para prevenir futuros actos de acoso en el agresor y/o personas próximas a él/ella, es fundamental que trabajemos la empatía emocional (de la que ya hablamos detalladamente en el post de adivinación de pensamientos) y los recursos para la resolución del conflicto en las relaciones, así como las habilidades sociales.

Por último, no debemos olvidarnos de incluir al entorno social y familiar de víctimas y agresores.

Por un lado, los profesores deben contar con herramientas para detectar precozmente casos de acoso y ciberacoso, de manera que puedan ponerse en marcha protocolos de actuación con la clase en general y, preventivamente, con potenciales víctimas y acosadores.

Es esencial que el entorno educativo de los menores dé la voz de alarma, ya que su intervención puede significar un cambio crucial en el desarrollo del ciclo de acoso.

Y, por último, aunque no menos importante, debemos implicar a las familias en el proceso del acoso y ciberacoso.

Nuestra función como psicólogos en Valencia es realizar una valoración del funcionamiento del sistema familiar en cuanto a interacción y relación de sus miembros para poder implicar a sus miembros en el proceso de su hijo/a (bien como víctima o agresor) y ofrecer pautas, apoyo y acompañamiento que sean de utilidad y permitan una mejoría en la persona afectada por el ciberacoso o en el ciberacosador.

Es imprescindible que los padres de menores tengan acceso a las redes de sus hijos cuando haya sospechas de ciberacoso (bien como víctima o como acosador) ya que, de igual manera que ocurre con el entorno educativo, la familia puede ser el otro punto de alarma a la hora de detectar un caso de acoso en sus hijos o generado por alguno de ellos.

Contacto