Cuando hablamos de amor, habitualmente nos referimos a un sentimiento que es a su vez resultado y agente de actitudes, emociones y experiencias que se relacionan íntimamente con los conceptos de afecto, apego y vínculo.
Es un término que abarca sentimientos que se encuentran en la intimidad del amor romántico, en el deseo sexual, la fraternidad y las relaciones asexuales en el entorno familiar, y también en el amor platónico o no correspondido.
Las investigaciones científicas que se han realizado en este campo, han demostrado que el amor moviliza una cantidad ingente de energía, por lo que las emociones que forman parte del proceso de amar contribuyen como factores motivacionales muy potentes al establecimiento y mantenimiento de relaciones interpersonales.
Además, se cree que el amor puede tener una razón de ser evolutiva a la hora de mantener a las personas unidas como grupo frente a las amenazas del entorno y favorecer así la supervivencia de la especie, en conjunto con la reproducción.
Toda esta explicación sirve para explicar de modo teórico este concepto, pero…
¿Cómo funciona realmente el amor?
El amor es una experiencia que nace de las sensaciones y, posteriormente, las emociones, que se desarrollan en el contacto con el otro. En este proceso, se genera un vínculo en el que están presentes componentes biológicos (química cerebral, liberación de serotonina, dopamina y oxitocina como hormonas del amor), emocionales (deseo de compartir, crear un proyecto), cognitivos (valoración del otro y de uno mismo, asimilación de semejanzas y diferencias, etc.), y sexuales (deseo de fusión, mediado por los otros tres componentes).
Así pues, el amor se siente inicialmente de forma parecida a una inyección de energía química en el cuerpo, desarrollándose posteriormente a través de diferentes eventos que permiten generar un vínculo, una necesidad de hacer con el otro y, finalmente, una etapa de consolidación en la que reconocemos al otro como una pareja con la que compartimos los tres elementos del triángulo de Sternberg: intimidad, pasión y compromiso.
Fases del amor en una relación
Sin embargo, el amor como proceso atraviesa diferentes fases en toda relación. ¿Cómo las identificamos?
- Enamoramiento: En esta etapa, la liberación de dopamina, que es la principal hormona del amor, está en su punto álgido.
Hemos conocido a una persona con la que queremos compartir absolutamente todo lo que nos sucede y lo que nos agrada (y desagrada), y tenemos la sensación de que la persona no tiene ningún tipo de defectos, sino que es absolutamente perfecta para nosotros.
Tenemos la sensación de que satisfará todos nuestros deseos y, de forma casi inconsciente, empezamos a imaginar nuestro futuro de su mano.
- El inicio de la relación: El enamoramiento llega aquí a su máximo esplendor.
La pareja ha alcanzado un grado de intimidad y pasión que les permite señalar un vínculo entre ellos más sólido y consistente.
No obstante, ambos miembros ya son capaces de señalar “defectos” que han localizado en el otro, y a menudo sus diferencias pueden ser una fuente de conflicto en la pareja.
En esta etapa, si la interacción y la comunicación desarrolladas no son adecuadas para ambos miembros de la pareja, es muy probable que decidan romper la relación, ya que no habiendo sabido afrontar la situación de otra forma, se puede convertir en la salida más sencilla a la dificultad.
- Estabilidad/Decepción: Si se logra superar la segunda etapa, lo más probable es que la pareja haya desarrollado un modo de relacionarse que deja de poner el acento en el otro y aprovechan las virtudes que ambos tienen para construir juntos.
De ese modo, lo que se observa es un cambio de dirección en el proceso de la pareja ya que, si ambos han conseguido aceptarse a sí mismos y al otro, haciéndose más responsables a nivel individual de sus propios errores y éxitos, esta madurez también repercutirá de forma positiva en la solidificación de la relación. Se llega, asimismo, a un mayor grado de compromiso con el otro.
No obstante, si la segunda etapa no se ha superado, entraremos en una fase de decepción y desilusión en la que todo lo que el otro haga nos parecerá erróneo, ofensivo o desagradable, de manera que progresivamente nuestro proyecto conjunto con la pareja se irá disolviendo hasta llegar al término de la relación.
- Compromiso de equipo: Una vez superada la etapa de estabilidad, lo que se observa en la relación es un trabajo en equipo de los dos miembros en el que se potencia el amor por encima de los errores cotidianos que uno u otro puedan cometer, sin efectuar comparaciones con anteriores parejas.
También existe una mayor consciencia de cómo los actos de uno de ellos van a repercutir en el otro, ya que el conocimiento adquirido sobre la personalidad de su pareja les ha permitido desarrollar una mayor empatía tanto cognitiva (entienden lo que le sucede al otro) como emocional (sienten el dolor del otro como propio, aunque varíe en su intensidad).
La pareja sabe que no necesita al otro para sobrevivir, pero reconocen y se reafirman en su elección de compartir su vida con su pareja como un agente para su desarrollo y crecimiento personal. Son dos seres independientes que tienen un proyecto juntos. Se observa una gran presencia de los 3 componentes del amor triárquico, que ya vimos en nuestra entrada sobre la forma de superar una infidelidad.
- La pareja como una sola entidad (amor verdadero): Ésta es la última etapa en el proceso del amor de pareja, una fase que no en todas las relaciones se llega a alcanzar.
Aquí se ha generado una alianza que va más allá de toda obligación, sino que tiene que ver con un espíritu de unión con el que ambos encuentran la fuerza para enfrentarse al mundo, conociéndose como seres imperfectos que se apoyan en dichas imperfecciones.
Llegar a esta etapa, sin embargo, no está exenta de esfuerzo mutuo y de un fuerte compromiso.
El amor verdadero que se alcanza aquí es la demostración de que todo el entusiasmo, la ilusión, las ganas, todo vaivén emocional y toda implicación cognitiva han dado sus frutos en una relación madura, en la que la aceptación y el apoyo son dos de las constantes principales, en la que los proyectos conjuntos ya no asustan, sino que se observan como retos para superar de la mano del otro.
En definitiva, el amor verdadero es el súmmum de un largo recorrido por un camino que no siempre estará lleno de rosas, puesto que hay que aprender cómo buscar, cómo caminar y cómo llegar hasta ellas.
Como hemos podido ver, a partir de la etapa 3 es posible que se produzca una pérdida del sentimiento de amor romántico, debido a un efecto de lucha de poder entre los miembros de la relación, dificultades para abordar el conflicto, diferencias de caracteres o proyectos de futuro totalmente inviables a la percepción de alguno o ambos.
Una de las preguntas que con mayor frecuencia encontramos en terapia de pareja es la siguiente: ¿se puede recuperar el amor?
¿Cómo podemos recuperar el amor?
Como hemos visto, el amor está formando por toda una serie de componentes biológicos, emocionales, cognitivos, etc.
“Recuperar” el amor, desde el punto de vista psicológico, poco tiene que ver con hechizos o pociones que permitan engatusar o engañar a la pareja para retenerla a nuestro lado, sino con una evaluación completa y detallada del estado actual de la relación, tanto a nivel emocional, como cognitivo y motivacional.
Es decir, nuestro objetivo como psicólogos en Valencia es, en primer lugar, acotar con la pareja cuál es la demanda que nos traen a la consulta, ya que podría darse que la intención de restaurar la relación a partir del sentimiento de amor no sea compartida, sino que sólo esté presente en uno de los dos miembros.
Si la información que obtenemos es que ambos están dispuestos a hacer algo para que la relación pueda avanzar, en lugar de llegar a su fin, entonces debemos explorar con ellos diferentes aspectos relacionados con el tipo de relación establecida, el tiempo que llevan juntos, cómo suelen interactuar, cómo es la comunicación (¿expresa uno, ambos, no expresa ninguno?), cómo es la gestión del conflicto (hablan para solucionar las dificultades, resuelven los problemas destrozando cosas, se gritan, etc.) y cuáles son sus planes de futuro, entre otras.
Cuando la pareja nos proporciona las respuestas a todas estas preguntas, podemos comenzar a trabajar con ellos para tratar de resolver las diferencias que, en el momento de la consulta, están actuando como facilitadores del término de la relación en lugar de ser recursos para su continuación.
El objetivo como psicólogos es poder dar la vuelta a esta situación y que sus recursos sean de ayuda para favorecer una continuación saludable de la relación, en lugar de como herramientas para su destrucción.
Así pues, algunas parejas a partir del proceso terapéutico conseguirán salir de la etapa de decepción/desilusión y continuar avanzando en su proceso de crecimiento tanto individual como relacional.
Sin embargo, la intervención psicológica, como comentábamos al inicio, no garantiza la recuperación del sentimiento de amor romántico, ya que hay múltiples factores implicados en el proceso de amar y, en ocasiones, la demanda de apoyo psicológico se produce cuando la pareja ha llegado a un punto de inflexión tanto a nivel cognitivo como emocional, en el que resulta mucho más complicado revertir todas las asociaciones, percepciones negativas y juicios que han llevado a nuestra desilusión en la relación y, por tanto, a la pérdida de esa vinculación afectiva que conocemos como amor.
Si crees que tu relación se ha enfriado y necesitas recuperar el amor, esa chispa que teníais al principio, no dudes en contactar con nosotros.