Una ruptura de pareja

He roto con mi pareja, ¿ahora qué?

Las relaciones románticas nacen de la conexión física, química y psicológica de sus dos miembros, quienes suelen sentirse atraídos entre sí no solamente por el aspecto físico del compañero sentimental, sino por toda una serie de pensamientos, aficiones, deseos y proyectos que encuentran más semejanzas que diferencias.

Como ya comentamos en anteriores artículos, tres son los componentes esenciales para el psicólogo Robert Sternberg en cuanto a la definición de amor pleno: intimidad, pasión y compromiso.

La intimidad tiene que ver con la voluntad de compartir ideas, planes y sentimientos con la pareja. En la relación, es la búsqueda de “pasar tiempo” con el otro, compartiendo experiencias, necesidades y apoyo mutuo.

La pasión hace referencia al componente sexual, a la búsqueda que la pareja hace de establecer contacto íntimo, no necesariamente ligado siempre a la actividad sexual reducida al coito.

Por último, el compromiso se relaciona con la intención formal o informal de mantener la relación a lo largo del tiempo.

Estos tres elementos, cuya presencia se considera fundamental para el adecuado funcionamiento de la relación romántica, en ocasiones pueden verse afectados por diferentes motivos, lo que puede a su vez afectar a la estabilidad de la relación.

¿Qué cuestiones pueden afectar a la relación de pareja y qué consecuencias pueden tener?

Una relación de pareja saludable y consolidada, se caracteriza por tener unas buenas pautas de comunicación, una adecuada recepción de las emociones propias y del otro, una interacción respetuosa, basada en la sinceridad y en la confianza mutua, además de por el deseo de compartir con el otro tanto la desnudez, como el tiempo y un proyecto de vida.una pareja rota

En ocasiones, encontramos parejas en las que la comunicación es deficiente o inexistente, no hay una aceptación o validación de las emociones del otro (lo que, a menudo, lleva a que la propia persona termine por invalidar su propio sentir), se encuentran actitudes poco respetuosas que muestran un menosprecio sutil o bien deliberado hacia el otro y existen celos, desconfianza y un alto nivel de control sobre las actividades que realiza la pareja.

Es poco frecuente encontrar que una pareja adolezca de todas estas cuestiones, pero las que sí encontramos presentes repercuten de forma muy negativa en la cotidianeidad de la relación, por lo que la búsqueda por pasar tiempo juntos se hace de forma excesivamente fusionada (o se evita), aparecen problemas en el ámbito sexual y se ensombrece el proyecto de vida conjunta.

Habitualmente, cuando las parejas tienen problemas que no consiguen solucionar, buscan soluciones externas como la terapia de pareja, en la que se trata de enfocar las dificultades existentes de una forma más saludable para ambos miembros, y así se trata de construir un patrón de relación más saludable.

No obstante, en otras situaciones (y aun con la ayuda de profesionales de la salud), las deficiencias en la relación llegan a tal nivel que, bien por decisión de uno de los miembros o bien por mutuo acuerdo, la pareja pone fin a su enlace.

He roto con mi pareja, ¿y ahora qué hago?

A menudo, la ruptura de una relación deja un vacío intenso cuando se produce, producto del vínculo todavía latente entre ambos miembros, así como de las experiencias vividas y los posibles últimos momentos compartidos (con tinte de carácter positivo o negativo).

La sensación de pérdida de una pareja se ha interpretado frecuentemente como un subtipo de duelo, pues igualmente requiere de la adaptación de la persona a la ausencia de alguien con quien ha tenido momentos de gran intensidad emocional.

En algunas ocasiones las rupturas no se producen con carácter definitivo, sino que las parejas pactan una separación temporal a expensas de evaluar si existen posibilidades reales de cambio y mejora para la relación.

Una de las dudas que suele surgir tiene que ver con las bondades o perjuicios de marcar una cierta distancia con la ya expareja, tratando de reducir la frecuencia de contacto (físico o digital).

Ningún psicólogo puede determinar qué debe hacer una persona cuando pone fin a su relación de pareja, pero sí podemos explorar qué necesita esa persona con respecto a su noviazgo/matrimonio, si tiene expectativas de que la situación cambie y, sobre todo, si está dispuesta a implicarse en ese proceso.

¿Tomar una distancia me puede ayudar?

De nuevo, dependerá de lo que cada persona necesite. Sin embargo, os comentamos algunas razones por las que tomar una cierta distancia podría resultar de utilidad:

  • Tomar distancia te permite echar de menos, sobre todo cuando la ruptura se produce por cuestiones que no tienen que ver con la fuerza de la emoción entre ambos miembros, sino en temas de funcionamiento que pueden abordarse y no se han tratado de la forma adecuada.Una pareja intentando superar su ruptura
  • Permite que no tomes decisiones precipitadas basándote en la intensidad emocional que puedas experimentar en un momento dado de la relación. De esta forma, puedes analizar calmadamente qué es lo que sientes y qué es lo que necesitas.
  • Puedes hacer un balance de cómo te afecta el estar en la relación, qué está funcionando de forma adecuada y qué no.
  • De esta forma, puedes plantearte qué cambios necesitas, si podéis construirlos conjuntamente o, dicho de otro modo, hasta qué punto compensa el esfuerzo volcado.
  • Por tanto, la distancia puede hacer que seas más consciente de ti, y que la valoración que hagas de la relación te haga tenerte en cuenta con todas tus aptitudes, cualidades, debilidades y fortalezas.

En definitiva, si tu relación romántica se ha terminado, el primer paso es saber si hablamos de un punto y seguido, o un punto y final.

En el primer caso, es importante que nos replanteemos cómo podemos reconstruir nuestra relación para que ambos miembros nos sintamos realizados.

En el segundo, el trabajo con las habilidades personales, la elaboración del duelo y la aceptación de la experiencia vivida son las herramientas fundamentales para poder superarla y hacer frente a nuevos retos emocionales que puedan aparecer en el futuro.