¡AVISO! ¡CONTIENE SPOILERS!
El juego del calamar es una popular serie coreana que nos ofrece la plataforma de streaming Netflix, en la que podemos analizar múltiples factores relacionados con la conducta humana: el comportamiento del grupo, las diferentes reacciones ante el miedo, la búsqueda de la supervivencia, la valoración cognitiva y emocional de los costes-beneficios de distintas situaciones de la vida…
La serie en sí misma es una crítica al sistema socioeconómico actual, así como a ciertos comportamientos moralmente «cuestionables» como la avaricia, la venganza o la manipulación.
Sin embargo, también es posible ver un poco más allá del trasfondo crítico de la serie y desgranar un hilo conductor entre los diferentes juegos en los que participan los integrantes y distintas fases que se atraviesan en la construcción de una relación sentimental (con los diferentes matices que queramos aportar al concepto «relación»).
Nota: Al igual que ocurriría con las fases del duelo, que nos permiten explicar el proceso de restauración tras una pérdida de forma didáctica, no necesariamente el orden en el desarrollo de una relación tiene por qué ser el indicado abajo. En ocasiones, las alteraciones en el orden de determinados procesos no varían el principio de equifinalidad (llegar al mismo resultado):

Fase 1. Luz verde – luz roja: En la serie, prácticamente la mitad de los jugadores son eliminados en esta primera ronda. En la vida sentimental se correspondería con una primera toma de contacto, en la que detectamos las «luces/banderas rojas» equivalentes a conductas que, previamente, hemos determinado como «no deseadas» en una relación.
Plantearíamos una siguiente fase con personas con las que hemos podido sentir una validación emocional, escucha activa, aficiones compartidas y con las que hemos percibido un interés hacia nosotros/as dentro de una atmósfera de respeto y asertividad. Esta fase puede extenderse en el tiempo tanto como las partes consideren necesario.
Fase 2. El juego de las galletas: La ficción nos muestra que los jugadores deben rescatar una forma dibujada en un molde de azúcar sin romperlo. Podríamos encontrar una equivalencia con una fase de contacto más íntimo entre las partes, en las que existe un reconocimiento del otro de una forma también física y en la que entra en juego el respeto sexual. Plantearíamos una siguiente fase con aquellas personas que fueran capaces de mostrarse cuidadosas y comunicativas, incluso aunque un primer encuentro sexual no haya sido considerado «completamente exitoso». La voluntad de cuidar y buscar una satisfacción mutua puede ser tenida en cuenta para el avance del contacto, mientras que comportamientos agresivos, dañinos o poco asertivos deberían indicar un claro final.
Fase 3. Tira y afloja: No siempre hay un re-contacto después de un encuentro íntimo, pero tampoco siempre se acaba la relación en ese punto. A partir de este nivel, comienza el tira y afloja de la cuerda que sostienen desde los dos puntos cada parte de la «relación», pero no se busca que nadie caiga al vacío, sino que esa cuerda les sirva de punto de unión en el desarrollo de una habilidad para negociar.
Fase 4. El juego de las canicas: Si seguimos avanzando en la construcción de la relación, avanzaremos también en el compartir momentos de intimidad con el otro (miedos, aficiones, preocupaciones, proyectos). Las canicas pueden representar los momentos compartidos con la otra persona que han aportado crecimiento tanto a nivel personal como de «pareja» (entendida como un grupo de dos personas). Por tanto, a más canicas, mayor probabilidad de mantener la relación en el tiempo.
Si la relación no me genera canicas nuevas, quizá debo plantearme parar el «juego».
Nota: También pueden generarse canicas de los episodios críticos resueltos de forma productiva entre las dos partes. Sigue siendo crecimiento del vínculo.
Fase 5. El puente de cristal: Se sigue avanzando en la relación en la medida en que aparecen conflictos y la otra parte se muestra en disposición de comunicar y resolverlos. El puente, al igual que en la serie, puede ser de un cristal fino que se rompe fácilmente ante la aparición de las diferencias, o bien de vidrio templado, que resiste las dificultades porque, en esencia, la pareja pone de su parte para dialogar, gestionar los momentos complejos y seguir avanzando en conjunto.
Fase 6. El juego del calamar: Si los componentes de intimidad y pasión continúan presentes en la relación a lo largo del tiempo, se puede plantear el siguiente paso: «compromiso«. Este concepto puede resultar «atemorizante» en tanto a que lo entendemos como algo indefinido en el tiempo, pero los compromisos los adquirimos y revisamos periódicamente en función de las necesidades de cada uno de los integrantes de una relación. Por eso, hay relaciones que duran décadas. Por eso, otras se terminan en algún momento del tiempo. Y no pasa nada por ello.
Llegados a este punto, podemos considerar que se establece un empate técnico y se declaran dos ganadores del juego en formato equipo. La pareja.
¿Qué te ha parecido el artículo? ¿Estás de acuerdo con las diferentes fases después de haber visto la serie? ¡Cuéntanos!