Un niño con conductas agresivas

En nuestra publicación sobre aprendizaje social y rendimiento deportivo comenzamos a desarrollar los principios de la teoría del aprendizaje sociocognitivo de Albert Bandura, en la que aparece uno de los aspectos más investigados en psicología social e infantil: el modelado de la conducta.

Uno de los principios esenciales de este modelo de aprendizaje es que la observación de patrones de conducta en los otros, y en función de la valoración que realicemos de dicha conducta y sus consecuencias, facilita la imitación de la misma en el observador.

Cuando hablamos de valoración nos referimos a aspectos emocionales y cognitivos que se ponen en marcha al observar la conducta de otra persona. Es decir, a partir de los recursos, capacidades y habilidades (que componen la percepción de autoeficacia) que una persona considera que forman parte de su repertorio, se evalúa la posibilidad de poner en práctica la conducta observada, también a partir de las consecuencias que se observen (recompensa o castigo).

Esta teoría nos permite explicar cómo los niños aprenden a comer, vestirse y peinarse, por ejemplo, ya que no es sólo una cuestión de “ser enseñados”, sino de un tipo de aprendizaje que se genera por nuestra habilidad para observar un estímulo, procesar la información y ejecutar una acción determinada.

Sin embargo, este modelo también nos permite analizar por qué se producen conductas problemáticas como rabietas, gritos, golpes, berrinches y comportamientos agresivos (a nivel físico y/o verbal).

El experimento del “muñeco bobo”, desarrollado por el propio Albert Bandura, y del que hablamos en nuestra publicación sobre los 6 experimentos más sorprendentes en psicología, muestra cómo el aprendizaje de conductas violentas también procede de la observación de las mismas.

Esto significa que los niños tienen la capacidad para aprender conductas socialmente aceptables o reprobables, independientemente de la valoración de las mismas (que suele realizarse a posteriori).

¿Cuál es el origen de las conductas problemáticas en la infancia?

En psicología resulta complicado señalar un único origen o explicación para un pensamiento, una emoción o una conducta.

En el caso de la infancia, y debido a las limitaciones cognitivas que podemos encontrar (por el desarrollo en curso de las capacidades de los niños), resulta aún más complejo señalar un solo elemento explicativo, por lo que solemos tratar de desgranar los diferentes elementos que pueden estar mediando en la conducta problemática.Ejemplo del modelado en un niño

Obviando los problemas de conducta asociados a trastornos como el desafiante (del que hablaremos en otra publicación), podemos señalar los siguientes como algunos de los factores que influyen o desencadenan una conducta problemática:

  • Falta de normas: Tanto el exceso como el déficit de normas resultan problemáticos a la hora de educar a un menor. Las normas deben ser flexibles, consensuadas y deben poder ser razonadas con el niño, pero ante todo deben existir y ser consistentes.
  • Déficit en la gestión emocional: Algunos niños experimentan dificultades para gestionar sus enfados y rabietas, de manera que una simple negativa puede desencadenar un auténtico berrinche. En estos casos, resulta fundamental abordar con el menor lo ocurrido una vez pasada la rabieta, para que pueda expresar sus dificultades emocionales y se puedan explorar recursos de utilidad para próximas frustraciones.
  • Inseguridad y celos: Algunos problemas de conducta van asociados a la inseguridad del menor con respecto al afecto de su/s cuidador/es principal/es. Las dificultades a la hora de gestionar este proceso pueden llevar a situaciones similares a las del apartado anterior.
  • Patrones de conducta inapropiados en padres/cuidadores: De acuerdo a la ya mencionada teoría sociocognitiva de Bandura, la imitación de patrones agresivos ocurre con frecuencia en niños expuestos a este tipo de modelos.

Así pues, en casos en los que existe algún tipo de malos tratos entre los progenitores, es probable que los niños adquieran ciertas conductas observadas, precisamente porque son las que han procesado como “válidas” en su entorno principal.

  • Falta de habilidades sociales: A menudo algunos niños experimentan dificultades para establecer relaciones sociales, bien por mostrar una conducta excesivamente dominante o excesivamente retraída. En estos casos, es posible que sus deficiencias se resuelvan con problemas comportamentales en el entorno familiar, bien con enfado/ira o por medio del aislamiento (lo que no deja de ser un problema de conducta).

¿Cómo abordamos este tipo de dificultades?

En primer lugar, el psicólogo debe realizar una evaluación de la situación con ayuda de los padres, que puedan exponer las dificultades conductuales que observan en el menor y cuáles son sus estilos de crianza en cuanto a diálogo, normas, recompensas y castigos.

Una vez concluida esta fase, debemos comenzar un abordaje con el menor, proporcionando suficiente libertad como para que pueda expresarse sobre los problemas que observa en sí mismo y en su entorno. Esto nos permite perfilar la situación, así como valorar el grado de comprensión que el menor tiene sobre la problemática señalada por sus progenitores.Una niña siendo reprendida por su comportamiento

A partir de este punto, resulta fundamental trabajar con los padres (y profesores, en caso de que la conducta problemática se dé en el aula) sobre gestión emocional, habilidades sociales y normas, para poder ofrecerles recursos alternativos en la educación y manejo de la frustración de sus hijos, como algunas de las que se proponen en este artículo.

Algunas de las tácticas más convencionales, como la extinción (para rabietas y berrinches), resultan a nuestro criterio de gran utilidad si se emplean de la mano de estrategias para la gestión emocional.

Esto consiste en facilitar la asociación del menor entre conducta y consecuencias (conducta negativa o inapropiada – conducta ignorada por completo), pero también proporcionar a posteriori una explicación sobre los porqués de la estrategia empleada y tratar de fomentar la expresión emocional, en pos de localizar nuevos recursos para afrontar las situaciones conflictivas progresivamente de forma más óptima.

Si tu hijo/a experimenta algún problema de conducta, en Dopsi podemos ayudarte.