El reforzamiento negativo explicado a través de las adicciones 1

El comportamiento humano no es algo estático, sino que se va modulando en función de los aprendizajes que generamos en las relaciones que construimos o, simplemente, por las consecuencias que tienen nuestras decisiones.

Sin embargo, existen cuatro técnicas de modificación de conducta cuyo objetivo es incrementar su aparición o disminuirla. Como se observa en la tabla de abajo, los castigos (positivo y negativo) son técnicas que, o bien aportando un estímulo o bien retirándolo, buscan la reducción de la aparición de una conducta. Por ejemplo, dar un bofetón (castigo positivo) o quitar el teléfono móvil (castigo negativo).

Nota: Positivo o negativo no hace referencia a que sea «bueno» o «malo», sino a que se añade o se retira un estímulo en particular.

Por otra parte, si queremos aumentar la posibilidad de aparición de una conducta determinada, contamos con las técnicas de reforzamiento (mal conocidas como «refuerzos»).

Seguramente para todos es muy conocido el famoso «reforzamiento positivo», esto es, el estímulo que se ofrece como «recompensa» a un comportamiento y que busca que ese mismo se repita en el tiempo. Por ejemplo, tenemos los reforzamientos materiales (regalos), los reforzamientos de actividad (excursiones, viajes…) o los reforzamientos sociales (palabras de apoyo, ánimo o validación).

Todos ellos (aun habiéndose demostrado que el más potente es el reforzamiento social) tienen la capacidad de aumentar la probabilidad de que un comportamiento se mantenga en el tiempo.

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El reforzamiento negativo

Si el reforzamiento positivo tiene un potencial enorme, no podemos perder de vista la capacidad de aumentar la presencia de un comportamiento del reforzamiento negativo.

Éste se entiende porque dicho aumento o mantenimiento de la conducta se basa en la eliminación de un estímulo que genera malestar o sufrimiento. Y, aquí viene el punto importante: en determinadas ocasiones puede tener tanto o más poder de aumentar una conducta algo que me evita el dolor, como algo que me hace sentir bien porque, en muchos momentos, sólo queremos dejar de sufrir.

El abuso de drogas; la adicción a los videojuegos, teléfono móvil o redes sociales; las conductas autolesivas… Son claros ejemplos de reforzamientos negativos: conductas que llevamos a la práctica porque nos están dando la falsa sensación de ahorrarnos el malestar que nos ocasiona algún evento al que nos cuesta enfrentarnos. Y, no obstante, el «alivio» es únicamente algo temporal y, sobre todo, ficticio (desaparecidos los efectos de las drogas o apagado el teléfono móvil, aquello que me genera sufrimiento sigue estando ahí).

Precisamente, por esta razón es tan complicado en algunos casos poder trabajar una deshabituación a una droga (e, incluso, a ciertos vínculos no del todo funcionales), porque lo que experimento cuando recurro a cualquiera de estos elementos es una sensación de «bienestar» temporal.

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¿Qué podemos hacer con este tipo de prácticas?

En primer lugar, necesitamos ser conscientes de que estamos haciendo uso (o abuso) de algo que no nos está ayudando realmente ni en el corto, ni en el largo plazo. No podemos romantizar el uso de drogas u otros métodos de reforzamiento negativo potencialmente dañinos para nuestra salud (aunque lo creamos «controlado»).

En segundo lugar, sería interesante hacer un análisis de cuál es el factor (o factores) que pueden estar alimentando la aparición de este tipo de conductas como vía de escape y qué recursos tenemos o podemos desarrollar para hacerles frente, en la medida de lo posible.

Si crees que puedes estar inmerso/a en algún proceso como el detallado arriba, busca ayuda. En Dopsi podemos acompañarte.