En este blog ya hemos tratado anteriormente el concepto del TOC (Trastorno Obsesivo-Compulsivo) y su tratamiento, pero quizá es importante complementar el artículo previo con una entrada en la que hablemos de los orígenes del TOC a modo de prevención: cómo se origina y qué podemos hacer para prevenir que un pensamiento rumiante y un ritual se asocien y puedan llegar a ocasionar un trastorno de mayor gravedad.
Seguro que conoces a muchas personas que se definen como extremadamente ordenadas. En términos coloquiales, «que tienen muchas manías» de cara a la ordenación y/o limpieza de sus entornos inmediatos. Esto, per se, no supone ningún problema. Es decir, mientras la persona pueda convivir sin ansiedad con la posibilidad de que algo no esté ordenado o como ella prevería que estuviera, podemos descartar la idea del TOC.
La cosa se complica porque, en general, el TOC se compone de dos elementos: un pensamiento obsesivo y un ritual de compulsión para aliviar la primera parte. Sin embargo, hay un subtipo de TOC conocido como «obsesivo puro«, en el cual el ritual es puramente cognitivo a través de rituales de evasión, de búsqueda de respuestas o de investigación, pero sin una aparente demostración conductual del ritual ejecutado.
La complicación que señalamos viene porque, en ocasiones, tanto los rituales visibles como los «invisibles» son consciente o no conscientemente ocultados al entorno y ello supone que la solicitud de ayuda terapéutica para poder hacerles frente se demore en el tiempo, agravando así la sintomatología por conceder un mayor tiempo a la asociación entre el estímulo y la respuesta y, por tanto, facilitando que pueda pasarse de la «manía» a la obsesión.

¿Cómo podemos prevenir el TOC?
Cuando hablamos de que ser conscientes de que algo no funciona como debería es el primer paso para poder introducir cambios, esto no es una cuestión baladí. No podemos cambiar aquello que no percibimos como un problema, es así de sencillo.
Cuando en terapia de pareja comentamos que un problema se convierte en tal en el momento en que una de las partes hace mención a ello, hacemos referencia a cómo verbalizar que algo es un obstáculo se convierte en una señal a la que atender y poder trabajar sobre ella.
El primer punto es que muchas personas con un TOC no son conscientes de que estaban desarrollando un TOC bastante antes de llegar a este diagnóstico. Para ellos el orden o la limpieza (e incidimos particularmente en estos dos dado que son los más fácilmente reconocibles por figuras externas) que requieren en sus vidas son «normales» aunque a ojos de los demás puedan parecer un poco «exagerados». Generalmente, se les tilda de tal cosa sin darle mayor importancia al asunto.
No obstante, el problema radica en que hay un sufrimiento muy elevado cuando las cosas no están como ellos desearían. Y esto, en principio, ya no es algo tan esperable. Que a mí me guste que mi portalápices esté en la esquina derecha de mi mesa y alguien lo coloque a la izquierda y me moleste, es una cosa. Si puedo convivir con el portalápices al otro lado sin que me suponga un problema mayor que pensar que estaba mejor a la derecha, en principio no habría más que añadir.
Ahora, si no dejo de pensar en el portalápices hasta que solo colocándolo de vuelta en la izquierda obtengo un alivio, la perspectiva es muy distinta.
Por tanto, vamos a simplificar el proceso de prevención en tres pasos que deberíamos tener en cuenta cuando sospechamos de que alguna persona de nuestro entorno (o nosotros mismos) podemos estar desarrollando un TOC:
- Detectar las situaciones «problema»: Todas aquellas cosas que necesito hacer para aliviar mi ansiedad y cuál es el pensamiento que lo desencadena.
- Tratar de realizar conductas alternativas: Es una estrategia bastante útil como prevención, dado que evitamos reforzar de manera muy potente la asociación entre pensamiento y ritual.
- Tomar nota de los avances y progresos en el proceso de desvinculación de pensamiento y comportamiento.
En última instancia, la ayuda profesional puede ser no sólo útil, sino también necesaria para entender en profundidad los factores de contexto que pueden estar alimentando la asociación obsesivo-compulsiva y cuáles son las herramientas específicas a poner en marcha sobre cada paciente en particular.