¿Es ser agresivo con los animales un trastorno? 1

No me fío de la gente a la que no le gustan los animales.” Seguramente, en algún momento de nuestra vida hemos escuchado a alguien lanzar con cierta seguridad esta afirmación al aire tras observar alguna conducta de rechazo o, incluso, violenta hacia algún animal.

En realidad, la cuestión es bastante más compleja de si nos gustan o no los animales; ciertamente, pueden no ser de nuestro agrado o podemos visualizarnos toda la vida sin una mascota sin que esto suponga atisbo alguno de patología. Siempre y cuando exista un respeto por la vida ajena desde la distancia, se debe respetar que no todos tenemos los mismos gustos o preferencias. No todos queremos tener un perro, gato, tortuga o pez. Y también está bien.

Pero, ¿es ser agresivo con los animales un trastorno?

El problema reside o aparece en el momento en que nos topamos con personas que buscan o disfrutan haciendo sufrir a animales. Con certeza nos habremos encontrado con imágenes o vídeos que hieren la sensibilidad en tanto a gestos claros de maltrato animal ya sea con seres considerados puramente “domésticos” como perros o gatos, o también con grandes animales “salvajes”, como zorros, ciervos o jabalís.

La propia actividad de caza encierra una delgada línea divisoria entre una conducta que se lleva a la práctica para evitar determinadas superpoblaciones de animales (como puede ocurrir con pequeños roedores) y una búsqueda de diversión o entretenimiento a través de ejercer un rol de poder sobre un ser vivo que no juega en igualdad de condiciones.

Aun así, y tratando de dejar al margen lo que podría dar lugar a un interesante debate quizá más moral que psicológico, la conducta violenta con animales ha llegado a interesar tanto a nivel científico que se considera un rasgo crítico en uno de los trastornos de personalidad del bloque B: el trastorno de personalidad antisocial.

Este trastorno se caracteriza porque la persona no es capaz de discernir entre lo que es correcto y lo que no, de manera que se ignoran los sentimientos ajenos. Es probable que se desarrollen conductas de manipulación y crueldad hacia los otros, sin que exista muestra de culpa o remordimiento posterior.

Las violaciones de las normas y las leyes son bastante frecuentes en este trastorno porque, además, les caracteriza una notable impulsividad que también lleva repetidamente al consumo de drogas y alcohol. Las mentiras constantes, la falta de sensibilidad y empatía, las conductas delictivas, la violación de los derechos de los demás y la irritabilidad son algunos de los síntomas que definen la conducta antisocial (entendida como un trastorno).

Los problemas que se derivan de esta conducta y que habitualmente permiten sospechar de la presencia de esta patología incluyen: agresiones a personas y animales, la destrucción de propiedades, los engaños y robos y la violación grave de las normas sociales.

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Agresión

¿Cómo lidiar con alguien que encaja con este trastorno?

Sin duda, es complejo manejar una situación de convivencia con una persona con trastorno de la personalidad antisocial. Fundamentalmente, por la alta probabilidad de comportamientos violentos para con los demás, pero, también, por la enorme dificultad a la hora de tomar conciencia de la gravedad de sus actos.

La terapia psicológica es un imprescindible, si bien complicada de aplicar cuando existe una negación del problema. La posibilidad de cambio se abre en el momento en que la persona toma contacto mínimamente con la realidad de su situación y la de los que le rodean, planteándose cómo hacer para modificar su situación.

Probablemente, la intervención familiar sea requerida para ayudar no sólo al resto del sistema a manejar los cambios y el agotamiento emocional que se deriva de esta experiencia, sino también para darles las claves necesarias para reforzar adecuadamente las conductas alternativas que se vayan dando y que supongan un beneficio para sí mismo y para todo el contexto social-relacional.