Los informes periciales psicológicos son pruebas de evaluación psicológica que pretenden evaluar diferentes aspectos relacionados con la conducta humana en el ámbito jurídico-forense: informes de régimen de convivencia con menores, de competencia parental, de situaciones de acoso en el ámbito del trabajo o escolar…
Estos documentos se solicitan con el objetivo de facilitar la toma de decisiones de un tribunal, apoyándose en el conocimiento técnico y objetivo de un perito forense cualificado para evaluar la materia en cuestión.
Como hemos podido mencionar en el primer párrafo, existen muchos ámbitos en los que se puede aplicar una prueba de evaluación pericial, siendo uno de ellos el ámbito de evaluación de secuelas psíquicas derivadas de lesiones físicas, como ocurre en los accidentados de tráfico.
¿Cuál es el procedimiento de evaluación en este caso?
En primera instancia, hay una parte de valoración médica que escapa a la competencia del psicólogo, dado que tras un accidente de tráfico se ha de determinar cuál es la magnitud del impacto físico: si existe o no posibilidad de recuperación de las lesiones (y, en caso afirmativo, en qué grado o cuál será el grado de lesión permanente), qué capacidades se han visto limitadas o reducidas, qué dificultades tendrá la persona posteriormente para desempeñar funciones físicas que sí podía realizar antes del accidente, etc…
Es en este punto cuando conviene hacer mención a la diferencia entre lesión y secuela. Las lesiones se consideran aquellas consecuencias físicas o psíquicas con posibilidad de remisión, mientras que las secuelas son aquéllas que aparecen cuando se ha tratado de intervenir clínicamente a nivel físico/cognitivo y, trascurrido el tiempo en el que se debería haber observado una mejora, ésta no se produce.
De esta primera valoración se extraen una serie de conclusiones que permiten delimitar un grado de minusvalía a nivel físico (si procede) e, incluso, dependiendo de la gravedad de las secuelas, una posible incapacidad laboral.
De hecho, la Ley 30/1995, del 8 de noviembre, Ley de Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor fue creada con el objetivo de compensar los daños derivados tanto a nivel de patrimonio como de salud en los accidentados.

¿Cuál es la función del informe pericial psicológico?
El informe pericial en este ámbito permite conocer cuál ha sido el impacto del accidente en la salud mental de la persona. Y, teniendo en cuenta que, tal y como cita la Organización Mundial de la Salud: «no hay salud física sin salud mental», ser conocedores de la magnitud del daño ocasionado también en esta área es importante para reconceptualizar, tras el accidente, la situación global de la persona.
Además, la Ley 30/1995 contempla tres tipos de daños: a nivel físico, a nivel neurocognitivo (problemas atencionales, de memoria, planificación…) y a nivel emocional (trastornos del estado de ánimo, TEPT), razón por la que los informes periciales psicológicos cobran tanto peso en este tipo de procedimientos.
Normalmente, será el propio ámbito judicial el que solicite una evaluación pericial psicológica de la persona tras haber sufrido un accidente de tráfico, pero también puede ser solicitada de motu propio y ser adjuntada como prueba en el conjunto de evaluaciones a las que haya sido sometida la persona en cuestión.
Esta prueba se fundamenta en dos bloques: una entrevista forense semi-estructurada en la que se obtendrán los datos sociodemográficos de la persona junto con los detalles del episodio sufrido, y el impacto en su vida tal y como la persona lo experimenta.
Esta narración se acompaña de toda una serie de pruebas psicométricas administradas para poder transformar los detalles de la narración en una medición lo más objetiva posible. Para ello, se emplean cuestionarios de personalidad (con el objetivo de tener una perspectiva más completa de los rasgos psíquicos del evaluado), de síntomas físicos, de simulación (porque es importante impedir que una simulación de síntomas altere los resultados del peritaje y del proceso judicial general), de trastornos emocionales específicos (como depresión, ansiedad o trastorno de estrés postraumático), entre otros a considerar por el evaluador.
Si has sufrido algún tipo de accidente de tráfico y tienes dudas sobre un posible procedimiento evaluativo, puedes contactar con nosotros sin compromiso.