No me encuentro bien conmigo mismo, pero no me pasa “nada” 1

Puesto que la vida no es una línea recta, sino que existen momentos de más calma y momentos en los que se nos pueden acumular varios obstáculos seguidos, es muy probable que en más de una ocasión hayas sentido tu estado de ánimo más bajo durante un periodo relativamente extendido en el tiempo.

No necesariamente afecta de modo drástico a tu forma de funcionar cotidiana (puede que sí a algunas áreas específicas), pero eres capaz de percibir que las cosas que antes gestionabas con bastante facilidad, “de pronto” te cuestan un poco más.

*”De pronto” es el momento en el que me doy cuenta de que algo empieza a fallar pero, en realidad, el punto de origen se suele situar en una línea temporal algo anterior.

Es muy frecuente que los pacientes lleguen a consulta bajo una premisa general de: “me siento mal, pero creo que todo está en orden en mi vida”, lo cual hace que los psicólogos nos pongamos internamente en “alerta” no porque el mensaje en sí contenga una información particularmente angustiante (de hecho, parece transmitir todo lo contrario), sino porque es posible que la persona no sea consciente de la correlación de eventos que se están dando en su vida y tendremos que trabajar con mucho cuidado y respeto hacia sus tiempos.

No me encuentro bien conmigo mismo, pero no me pasa “nada” 2

¿No me pasa «nada» o no he tomado consciencia de lo que me pasa?

Vivimos en un mundo tan frenético que, si bien nuestro cerebro trata de procesar toda la información que recibimos a gran velocidad, hay una cantidad enorme de estímulos que pasan un filtro “sensorial” pero no necesariamente a capas más profundas de conciencia, porque no solemos contar con un recurso imprescindible para que esto se dé adecuadamente: el tiempo.

¿Qué ocurre entonces? Que hay estímulos que me han generado un impacto emocional (porque sí, mi cerebro los ha captado de alguna forma), pero no me he podido permitir un espacio/tiempo para analizar cómo ello me impacta, de manera que esto se queda de alguna forma acumulado en mi mochila o, dicho de otra forma, como un asunto pendiente de resolución.

Cuando estos “asuntos pendientes” adquieren un peso importante (por cantidad o por intensidad de los mismos), es el momento en el que nuestro funcionamiento cognitivo y emocional comienza a mostrar ciertas señales de resentimiento y, a partir de ahí suele ser cuando nos permitimos mirar hacia adentro.

¿Cómo podemos abordar esto desde el punto de vista terapéutico?

Quizá la conclusión de: “todo está en orden en mi vida” ha sido válida durante un momento determinado de la existencia de la persona, pero, ya que la vida está en constante movimiento, puede ocurrir que un estado particular nos sea estupendo en un punto y hacernos sentir de forma radicalmente opuesta en otro.

Es bastante interesante, antes de comenzar un proceso terapéutico (sobre todo, como paso previo en esa toma de consciencia de la situación) poder elaborar un listado/mapa/árbol en el que aparezcan los diferentes elementos de la vida de la persona y que podamos ir anotando con cierta tranquilidad y quizá con margen de algunos días las carencias que podemos estar experimentando en cada uno de ellos.

Esto nos ayudará a entender cuáles son los factores susceptibles de convertirse en un foco de trabajo en terapia, en el hipotético caso en que la persona considere que no cuenta con suficientes herramientas para lidiar o resolver alguna/s de la/s dificultad/es observada/s.

Además, es importante que la persona entienda que no es necesario enfrentarse a varias situaciones de golpe, sino que puede ir abordándolas progresivamente conforme se encuentre preparada para ello.

Si tienes alguna duda sobre cómo gestionar ciertos aspectos de tu vida que pueden haber cambiado para ti, en Dopsi podemos ayudarte.