Hace unos años nos reíamos haciéndonos selfies con los filtros de animales de Instagram. Hoy nos alarmamos y el debate sobre su uso está sobre la mesa.
Las redes sociales empezaron siendo una ventana hacia el mundo exterior, una forma de estar interconectados, pero a medida que el tiempo ha pasado, se han ido convirtiendo en una ventana hacia un mundo irreal, donde mostramos avatares modificados a través de filtros para parecernos a la imagen que nos gustaría tener. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Esto aumenta la presión hacia nuestros cuerpos y nos obliga a estar conectados siempre. Es en este momento cuando las redes sociales dejan de estar a nuestro servicio, para estar nosotras al suyo.
¿Cómo afectan los filtros a nuestra salud mental?
Afinar las facciones, quitar el acné, agrandar los ojos y los labios, empequeñecer la nariz, etc. Perseguimos una versión más que mejorada de nosotras mismas, perseguimos un ideal de belleza normativo, perfecto. Y, por ende, inalcanzable. Nuestras inseguridades se multiplican, y nuestra autoestima disminuye.
Los adolescentes son los más vulnerables debido a que su identidad se encuentra en proceso de formación, sumamente influenciada por el contexto más inmediato. La representación de su imagen corporal, así como la valoración de la misma también se encuentra en formación. Si durante esta etapa todos los estímulos recibidos son a través de pantallas, estamos creando modelos mentales que solo crearán insatisfacción corporal.
Es casi inevitable la comparación con una belleza imposible, en la que salimos perdiendo y defectos que no conocíamos, aparecen, pues estamos expuestos a un incesante bombardeo en redes sociales y medios de comunicación de cuerpos cincelados por cirujanos plásticos, maquillaje y Photoshop.
Los retos virales y las nuevas tendencias, cambian los ideales de belleza. Sin embargo, la constante es el mensaje que recibes: no eres suficiente. Ya sea porque no eres suficientemente delgada, suficientemente curvilínea, suficientemente joven… Cuando “arregles” un defecto, aparecerá otro.
Los filtros nos permiten modificar a nuestro antojo nuestra imagen y proyectarnos al mundo de la forma que elijamos, no de la que somos realmente. Esa disonancia entre nuestro yo real y nuestro yo ideal se acentúa. Mi yo ideal ya no sólo existe en mi imaginario, sino que ahora puedo crearlo, crearme, y hacer que otras personas me vean con esta apariencia. Esto, a su vez, genera más presión para mantenerme siempre perfecta.
Los filtros permiten unificar facciones, de modo que todos los rostros que vemos en redes son muy similares, y esto potencia la distorsión de nuestras propias facciones, obsesionándonos y recurriendo a tratamientos estéticos para que la realidad se parezca a la ficción.
Por desgracia, en muchas ocasiones las inseguridades son tratadas por cirujanos plásticos, en lugar de por psicólogos. La alteración de la percepción no solo continúa, sino que en muchos casos se agravará con el paso del tiempo, siendo entonces recurrente las visitas para tratamientos estéticos, cada vez más extremos.
De no abordarse a tiempo, no sólo puede haber riesgos para la salud física debido a las intervenciones, sino que aumenta el riesgo de padecer dismorfia corporal, un trastorno de la conducta alimentaria, ansiedad o depresión, entre otras.
¿Cuándo buscar ayuda psicológica?
- Compararte con otras personas
Uno de los primeros síntomas de alarma es advertir que pasas mucho tiempo en redes sociales consumiendo perfiles de personas que viven de su imagen, bien porque están constantemente haciendo ejercicio físico, o bien han pasado por cirugías, y compararte con ellas. Seguramente estarás descubriendo defectos en los que no habías reparado nunca antes. Y esto esté motivando que uses cada vez más filtros, para parecerte a esas personas.
- No aceptarte tal y cómo eres
Si estás empezando a estar incómoda o insatisfecha contigo misma, especialmente al mirarte al espejo; has comenzado a ponerte cierto tipo de ropa, para disimular partes de tu cuerpo; no solo dedicas mucho tiempo maquillándote, para disimular imperfecciones, sino que eres incapaz de salir de casa desmaquillada o pasas mucho tiempo modificando fotos antes de subirlas.
- Necesidad de aprobación
Si te sientes especialmente dubitativa, te cuesta tomar decisiones, preguntas constantemente a las personas de tu entorno si te ves bien, si notan que has adelgazado o si pueden darle a “me gusta” a la foto que acabas de subir…
- Inestabilidad emocional
En este punto es posible que la presión te esté pasando factura. Estarás intranquila, muy pendiente de nuevas notificaciones, frustrada, irritable y especialmente triste.
Si te has sentido identificada o crees que todos tus problemas se solucionarán al pasar por quirófano, desde Dopsi te recomendamos acudir primero a una consulta psicológica.