Una niña en un divorcio puede ser un paciente identificado

La terapia familiar es un tipo de intervención psicológica que se da en el entorno de la familia, participando de ella la totalidad o algunos miembros del sistema familiar.

La utilidad de la terapia familiar radica fundamentalmente en el abordaje de determinados conflictos (de mayor o menor intensidad) que surgen en el seno de la familia y que, en el proceso terapéutico, se hacen presentes para todos los participantes de la intervención.

El principal cambio que se observa con respecto a la terapia individual es que todo un sistema (y no solo uno de los miembros) se hace consciente de una dificultad que está afectando a todos, de una u otra forma.

La puesta en práctica de la terapia familiar puede llevarse a cabo de múltiples maneras, casi tantas como sistemas familiares y necesidades podemos encontrar en un entorno terapéutico.

Sin embargo, lo que el psicólogo encontrará con mayor frecuencia será o bien una inclusión de todos los miembros de la familia para trabajar la problemática descrita, o bien un abordaje terapéutico focalizado en diferentes niveles del sistema familiar.

Dicho de otro modo, es posible que, para la resolución de la dificultad planteada, sea necesario trabajar con diferentes subsistemas por separado (como podría ser el subsistema conformado por los padres, o el subsistema conformado por los hijos), si el psicólogo estima que existen ciertos temas que deben ser afrontados con mayor intensidad por unos u otros.

¿Qué ventajas e inconvenientes puede presentar la terapia familiar?

Una de las ventajas más reseñables de la terapia familiar es el acogimiento de todos los miembros de la familia en un proceso de intervención psicológica, en el que se concede un espacio equitativo para la expresión emocional por parte de todos ellos.

Esta expresión también permite una mayor toma de conciencia de la problemática señalada y un mayor nivel de asunción de la responsabilidad, que suele eludirse cuando se evita el conflicto.Problemas familiares y una niña como paciente identificada

De este modo, la terapia familiar se convierte en facilitadora para el reconocimiento de las dificultades de la familia, generando a su vez tanto un posible clima de “conflicto” como de “reconciliación”.

Solamente con la aceptación de una situación, como decía Carl Rogers, se hace posible el cambio. Es así como reconocemos otra de las ventajas o beneficios de la terapia familiar, pues la aceptación grupal de la situación que vive la familia es el primer paso conjunto para llegar a un acuerdo de cambio, ya que todos los participantes colaboran asimismo en la búsqueda de alternativas y soluciones.

Sin embargo, uno de los inconvenientes más fácilmente comprobables en la terapia familiar es la extremada exposición de los miembros del grupo a la expresión emocional, factor con el que no todo el mundo se siente cómodo.

Aunque la familia es un entorno en el que suele existir un alto nivel de confianza y protección, también puede generarse un ambiente hostil en determinadas situaciones. Por esta razón, hay ocasiones en los que algunos de los miembros de la familia pueden sentir malestar a la hora de hablar de sus conflictos con otros integrantes (sobre todo con niños, cuando deben hablar de algo que les molesta de uno o ambos progenitores, estando ellos presentes).

En estos casos, un complemento idóneo para la terapia familiar es la terapia individual, que permita a la persona “violentada” en contexto de conflicto familiar expresarse emocionalmente en un ambiente más íntimo, sin la presión de ser cumplidor o agradable hacia ningún miembro de su familia.

¿A qué nos referimos con paciente identificado?

El paciente identificado es un término que se utiliza en terapia familiar para designar a la persona que representa el principal conflicto en la familia. Es decir, la familia acude en busca de ayuda psicológica porque hay una (a veces, varias) persona que está perturbando el funcionamiento familiar.

No obstante, cuando el psicólogo comienza su investigación sobre el paciente identificado, se da cuenta de que su sintomatología es esencialmente un telón que tapa el fondo familiar.

Dicho de otro modo, el patrón conductual problemático que manifiesta la persona señalada viene a enmascarar un problema de mayor nivel en la familia como, por ejemplo, podría suceder con niños pequeños que empiezan a desarrollar problemas de conducta a raíz de aparecer problemas en la relación de sus padres.

A fin de evitar un conflicto mayor (e, incluso, la separación), el problema de conducta del niño se convierte en una llamada de atención para los padres, que se “unen” para ayudar al hijo, dejando a un lado sus dificultades conyugales.

¿Cómo trabaja un psicólogo con paciente identificado y la familia?

El primer paso que todo psicólogo realiza en terapia familiar es un estudio pormenorizado de la familia: una entrevista y una valoración en la que se exploran los patrones comportamentales, de interacción, las cogniciones y creencias que la familia tiene sobre sí misma, los valores presentes e inculcados, la asignación de roles (concordantes o no con la jerarquía familiar), entre otros.

A partir de este punto, cuando se detecta algún dato llamativo o fuera de lo normativo, acentúa su investigación en esa línea, buscando una mayor explicación sobre aquello que no termina de cuadrar en ese sistema.Un niño con problemas familiares

Siguiendo ese punto, el terapeuta probablemente alcanzará una explicación sobre cuál es el trasfondo subyacente a la conducta problemática que señala la familia.

El principal objetivo del psicólogo familiar es elaborar con la familia un funcionamiento adecuado y más salutogénico que el que informan hasta el momento de la primera consulta.

Para ello, se trabajará no solo con el paciente identificado, sino (y todavía más importante) con el resto de la familia a la hora de modificar las dinámicas, interacción, comunicación, roles, o la problemática que corresponda en cada caso.

Pero, aún más importante, el psicólogo debe ayudar al abordaje del conflicto que se encuentra en el fondo ayudando a la familia a hacerlo figura (ser conscientes de él), porque si esto no sucede y solamente se elabora una resolución del problema que presenta el paciente identificado, es muy probable que otro miembro de la familia adopte una conducta problemática a posteriori.

Es decir, pasaremos de un paciente identificado a otro, debido esencialmente a que no habremos tocado el problema base. Pero, si reestructuramos la base, el paciente identificado perderá su necesidad de mostrar una conducta problemática, ya que encontrará su entorno familiar como saludable y positivo.