Un ejemplo de violencia en una manifestación

¿Por qué la gente se vuelve violenta en las manifestaciones?

En los últimos días estamos viviendo una situación tensa en Cataluña. Cualquiera de nosotros está informado acerca de las manifestaciones y los altercados ocurridos en dicha comunidad. Sabemos qué ocurre, pero ¿sabemos por qué ocurre? ¿Qué lleva a unos manifestantes pacíficos a emplear la violencia y arrasar mobiliario urbano?

A lo largo de los años la psicología se ha interesado por este fenómeno en muchas ocasiones, aunque para comprenderlo debemos entender que no existe una causa única y que como la mayoría de los comportamientos humanos, se trata de un fenómeno multicausal.

Hipersensibilidad derivada del estrés o la ansiedad.

Las aglomeraciones de gente son habitualmente un fuerte estímulo ansiogénico. Solo es necesario acudir a un partido de fútbol, coger el metro en hora punta o meterse de lleno en un atasco para experimentar sus efectos.

Los estados de ansiedad provocan una suerte de hipersensibilidad o irritabilidad excesiva que se traduce en una menor conciencia social, respeto de las normas y tendencia a la empatía y la prosocialidad. Si además añadimos el efecto de comparación, tenemos un cóctel explosivo. Pongámonos en situación imaginando una larga cola, en la que llevamos al menos media hora esperando y parecemos no avanzar. De repente un individuo aparece de la nada y ocupa uno de los primeros puestos. ¿Cuál sería nuestra reacción natural? ¿Y si en lugar de uno son cinco? Una vez se rompe una norma social, especialmente cuando no existen repercusiones, resulta mucho más sencillo preguntarse por qué no vamos a hacer nosotros lo mismo y a cuestionar si dicha situación es justa o no.

Imitación.

Existe un tipo de aprendizaje llamado vicario que en esencia explica que las personas podemos aprender las consecuencias y respuestas de una conducta sin realizarla nosotros mismos, únicamente observando a otros. Volviendo al ejemplo anterior, si viéramos a esas cinco personas colarse sin repercusiones podríamos inferir o aprender que está permitido colarse, incluso aunque conozcamos que las normas sociales indican que debemos respetar el orden de la cola.

El video que tenemos sobre estas líneas, que ya comentamos en otro artículo sobre los experimentos más sorprendentes de la psicología nos muestra que la agresividad es una conducta aprendida que los seres humanos podemos incluir en nuestro repertorio únicamente por imitación.

De esta forma, si las cinco personas del ejemplo no solo se colaran, sino que para ello agredieran a quien se encontrase formando la cola, estaríamos aprendiendo que mediante la violencia podemos conseguir un mejor sitio.

Obediencia a la autoridad y conformidad.

Nos guste o no, los seres humanos tendemos a seguir las tendencias grupales y las modas. Un experimento de Solomon Asch en la década de los cincuenta demostró que incluso ante una respuesta evidente, el grupo puede manipular la realidad.  Se formaron grupos de entre siete y nueve estudiantes, siendo todos actores menos uno. Se les pidió que indicaran de entre varias opciones qué línea era igual a la del ejemplo. Los actores habían recibido la orden de contestar correctamente al principio e incorrectamente a las siguientes. El resultado fue que una gran parte de los participantes se dejaron influenciar por el grupo para escoger una respuesta evidentemente errónea ante una pregunta sencilla.

Por otro lado, Milgram trató de entender cómo fueron los soldados alemanes capaces de cometer tantas atrocidades durante la II Guerra Mundial y si cualquier ciudadano de a pie sería capaz de lo mismo. Para ello ideó un experimento que disfrazó de investigación en memoria y consistía en aplicar corrientes eléctricas a un individuo cuando contestara de forma errónea a las preguntas que se le formulaban.

 

Los resultados fueron devastadores. El 65% de los sujetos de investigación llegó a aplicar una descarga potencialmente mortal y ninguno ayudó al actor que se encontraba al otro lado.

Cuando nos enfrentamos a una situación difícil a nivel moral nos encontramos mucho más seguros con una guía o figura de autoridad ya que somos capaces de pensar y sentir que la responsabilidad de la elección o la conducta es de dicha figura de autoridad, lo que se conoce como evasión o difusión de la responsabilidad.

En nuestro ejemplo, el grupo de individuos que se ha colado utilizando la violencia también tiene ahora cierto grado de autoridad moral sobre nosotros (forman parte de la dirección de la empresa para la que trabajamos, tienen una actitud autoritaria o simplemente nos sentimos acobardados por su uso de la violencia) y uno de ellos nos indica que debemos imitar su conducta, haciendo que creamos que cualquier consecuencia de colarnos de manera violenta es culpa de este grupo, no nuestra.

Justificación moral y ética.

Quizás una de las causas más sorprendentes y polémicas a la hora de establecer una relación causal con la violencia. Un estudio de Moojiman, Hoover, Lin, Ji y Dehghani (2018), pertenecientes al Brain and Creativity Institute de la USC revela que las personas somos mucho más propensas a justificar y legitimizar el uso de la violencia cuando somos capaces de otorgarle un significado a nivel moral a la causa en cuestión, especialmente si somos conscientes de que existe una mayoría que comparte dichos principios morales y nos apoya.

Finalmente, en nuestro ejemplo, si este grupo de individuos ya no solo tiene autoridad física, si no que justifican su comportamiento mediante el uso de la moralidad (pudiendo ser real o ficticia), podremos creer que es nuestro derecho colarnos en la fila.

Si tenemos en cuenta estos cuatro fenómenos y analizamos si se encuentran o no presentes en las manifestaciones ocurridas en Cataluña podremos entender cómo resulta tan sencillo convertir una manifestación pacífica en un acto violento. Creemos que para distanciar las protestas de la violencia es tan necesario entender por qué un manifestante puede comenzar a lanzar objetos a la policía como por qué un policía puede excederse en el uso de la fuerza durante una carga.

Recordamos que este artículo pretende ser informativo, en ningún momento se pretende condenar la expresión de ninguna idea o sentimiento de forma pacífica ni iniciar una discusión de índole político. Queremos recordar que la violencia únicamente conduce a más violencia, venga de donde venga.