Una familia reestructurada feliz

Los niños viven un proceso constante de desarrollo y crecimiento desde el momento en que nacen, tanto a nivel físico como a nivel cognitivo y emocional.

El desarrollo cognitivo-emocional les permite comprender el mundo que les rodea y aprender a relacionarse con los otros, cuáles son las normas que se ponen en práctica en la cultura a la que pertenecen y qué deben hacer para adaptarse a ellas.

El desarrollo socioafectivo que se da en la infancia va a tener un papel crucial en las siguientes etapas del desarrollo: la adolescencia y la vida adulta.

Durante la infancia se forman los primeros vínculos de afecto con padres, hermanos y otros familiares, pero también con las primeras personas que forman parte de la red de amistad.

Como ya hemos visto en anteriores publicaciones, existen fundamentalmente tres estilos de apego o vinculación que se observan por norma general ya desde los primeros meses de vida: apego seguro, apego evitativo y apego ansioso.

Mientras que el primero se vincula de forma saludable y es capaz de lidiar con la ausencia de las figuras de apego, el evitativo tiene dificultades para generar un vínculo sólido (“escapa” a esta posibilidad) y el ansioso experimenta un malestar muy intenso con la ausencia de las figuras de apego, de forma parecida a una “ruptura” del vínculo.

Este estilo de apego es particularmente delicado con respecto a las relaciones sociales, ya que el malestar vivido va muy ligado a sentimientos de inseguridad, baja autoestima y desconfianza hacia las propias figuras de apego, en tanto que cada ausencia (por mínima que sea, como ir a hacer a la compra) puede ser vivida como un abandono.

¿Cómo se relaciona el estilo de apego con los celos?

El apego seguro, como su propio nombre indica, se caracteriza por la confianza, seguridad y solidez que experimenta en la vivencia de sus vínculos, por lo que es poco probable que sienta celos hacia otras personas o situaciones (lo que no implica que no puedan aparecer de forma puntual).

Por otro lado, el apego evitativo genera unos vínculos tan débiles que no “parece” importarle la aparición de otras personas en la vida de sus figuras principales de apego.

Una niña, celosa de la nueva pareja de su padre

Sin embargo, las ya mencionadas características de inseguridad, baja autoestima y desconfianza que caracterizan al apego ansioso están muy estrechamente relacionadas con la aparición de celos hacia otras personas que puedan aparecen en la vida de sus principales figuras de apego (por ejemplo, un/a nuevo/a hermano/a o, en caso de una separación, una nueva pareja).

Al contrario que la envidia, proceso en el que participan dos personas (una experimenta anhelo por una propiedad/característica/rasgo que posee otra), en los celos se da un fenómeno triangular, ya que una persona experimenta el malestar en dirección a otra por los efectos de ésta sobre una figura de apego. Expresado en modo gráfico, A siente celos de B, por su vínculo con C.

Cuando hablamos de celos, al igual que en otros muchos procesos de la psicología, resulta difícil aislar un único factor explicativo de su aparición o transcurso, aunque es cierto que podemos enumerar algunos que pueden estar directamente implicados en este proceso:

  • El estilo de apego: siendo el ansioso-ambivalente el que más probabilidad tiene, como ya hemos comentado.
  • El estilo de crianza: un estilo muy restrictivo y punitivo da una menor cabida a la expresión emocional, lo que repercute directamente en una mayor inseguridad y desconfianza hacia sus vínculos y el entorno. Es conveniente establecer unos límites claros, pero flexibles. Las normas proporcionan seguridad, pero se debe facilitar el diálogo y la expresión emocional, ya que los niños aprenden comprendiendo.
  • El tipo de separación: cuando la separación (o divorcio) ocurre, la forma en que ésta se da tiene un impacto innegable en la evolución del menor.

Es importante explicar claramente a los niños en qué consiste el proceso de separación y qué implicaciones va a tener en él o ella, siempre dejando claro que no tiene ninguna responsabilidad en la decisión que se ha tomado.

  • La forma de introducir a la nueva pareja: sea cual sea el tipo de apego del niño, es conveniente hacer una aproximación progresiva. Una “invasión forzosa” del espacio del menor puede llevar a desarrollar un rechazo hacia la nueva pareja que complique los acercamientos futuros.

¿Qué ocurre cuando aparecen los celos en la nueva relación de pareja?

Los celos de los niños hacia la nueva pareja son una llamada de atención sobre la ya citada inseguridad y desconfianza del menor.

El niño vive la situación como una pérdida (duelo), ya que su familia de origen se ha “roto” y no volverá a existir como tal. Por si fuera poco, papá o mamá han encontrado a otra persona a la que quieren y, si se han dejado de querer, ¿por qué no van a dejar de quererme a mí?

Además, la nueva figura se puede ver como un “intruso”, alguien a quien responsabilizar de la separación de los padres, aun habiendo aparecido tiempo después de la misma.

Esta situación genera tensiones en las relaciones de pareja, ya que no siempre resulta fácil lidiar con la conducta de protesta de un niño frustrado y enfurecido.

A menudo aparecen discusiones en la relación e, incluso, si no se encuentra una forma adecuada, se puede producir un distanciamiento que implique una ruptura de la nueva pareja.

¿Cómo introducimos a la nueva pareja?

En primer lugar, debemos dejar un espacio para escuchar cuáles son las razones subyacentes a los celos del niño. Es posible que no haya tenido un lugar para expresar su malestar por todo lo ocurrido, y darle esa oportunidad nos acercará a una manera más adecuada de abordar la situación.Una familia feliz sin celos.

A partir de aquí, debemos explicar con claridad cuál es nuestro vínculo con la nueva pareja, qué cosas nos hacen sentir bien y qué creemos que puede aportar a nuestra situación familiar. Éste es el momento en el que, sin atisbo de duda, afirmamos que la nueva pareja NO es un sustituto para el padre del menor ni pretenderá serlo, aunque SÍ es alguien importante para papá/mamá y esperamos un trato respetuoso.

Trataremos de no invadir ni presionar al niño. Debemos evitar las “encerronas” y plantear siempre actividades de toma de contacto que le resultan agradables, para que pueda establecer una asociación positiva entre la actividad y la nueva pareja del padre o madre.

Progresivamente, sería adecuado que el padre o madre quedara de vez en cuando al margen de las actividades de la nueva pareja y el hijo, de forma que puedan establecer un vínculo de afecto que no esté mediado por la presencia del progenitor.

Las nuevas parejas no son un segundo padre o madre para los niños, pero pueden ser una figura educativa, lúdica y de apego de vital importancia para ellos si se les aproxima de una forma adaptada a las necesidades del niño.