Conocemos ya de anteriores publicaciones qué es el Trastorno Límite de la Personalidad (o Borderline Personality Disorder), y cómo se caracteriza por una presencia notable de inestabilidad emocional y de conductas impulsivas, así como un establecimiento de vínculos muy oscilantes entre la más absoluta admiración y el profundo rechazo.
También sabemos que es frecuente que, en personas con esta etiqueta diagnóstica, aparezcan tanto la ideación como las conductas suicidas en un intento de aliviar el malestar que les supone lidiar con determinados aspectos de la gestión de su vida diaria, así como en las propias relaciones sociales y sentimentales.
Con frecuencia, aparece también una conducta altamente disfuncional en las personas con TLP que aúna el factor relativo a la pérdida del control de impulsos junto con las conductas autolesivas: la sobreingesta alimentaria (atracón).
¿Por qué el atracón es un problema en el TLP?
En realidad, las sobreingestas alimentarias no son un problema exclusivo del Trastorno Límite de la Personalidad, sino que constituyen un problema asociado a otras muchas etiquetas por una cuestión de afectación de la salud no sólo emocional, sino también física (hablamos de un nivel de consumo de nutrientes que puede superar en una sola ingesta la cantidad recomendada para una persona y día, lo cual no tiene por qué ser un problema como episodio aislado, si bien sí puede constituir un daño orgánico con este patrón sostenido en el tiempo).
En el caso concreto del TLP, nos señala que la persona está encontrando dificultades para controlar los impulsos (puede que sea sólo en esta área, o esto sea extrapolable a otras áreas de su vida y nos sirva como señal de alarma a nivel terapéutico) y, también, en algunas ocasiones la sobreingesta se emplea, consciente o no conscientemente, como una forma de «castigo» hacia uno mismo por todas aquellas cosas que no están funcionando de la forma en que la persona esperaría que funcionaran.
Así, en lugar de tratar de resolver los conflictos que aparecen «hacia fuera» (afrontamiento, diálogo, manejo del conflicto, búsqueda de soluciones…), se busca resolverlos «hacia adentro» (generalmente, sin más éxito que añadir a la problemática de origen el sentimiento de hiperresponsabilidad por la conducta de atracón).
¿Cómo podemos trabajar este problema?
En primer lugar, en la fase de evaluación del proceso terapéutico debemos poder delimitar cuáles son las áreas que suponen un «problema» en la vida del paciente y cuáles van a ser nuestros objetivos a trabajar. Esto nos permitirá marcar unos ritmos que se ajusten a las necesidades y habilidades de la persona que acude a terapia.
En caso de que seamos los psicólogos los que detectemos que una conducta puede estar siendo potencialmente dañina para la persona aunque él o ella no lo perciban como tal, es nuestra obligación tratar de poner dicho aspecto sobre la mesa en pos de generar una toma de conciencia y que la persona comprenda que quizá podría mejorar su situación (más) si también se enfoca en aquello que hemos podido observar. *
En el caso del TLP, así como ocurre en los TCA o en otros trastornos psicológicos, debemos contemplar la posibilidad de involucrar a la familia y/o entorno cercano en el proceso, a fin de contribuir con herramientas adicionales para todos los implicados en una mejoría más profunda del propio paciente y, por ende, de su sistema.
Si tienes cualquier consulta sobre el TLP o cualquier otro tema relacionado, no dudes en contactarnos.
* Los psicólogos observamos muchas cosas, pero es importante el matiz de «potencialmente dañino». Por ejemplo, hay personas que necesitan tener ordenada su ropa de determinada manera, pero no el resto de su casa. Eso no es un TOC. Y, en la medida en que no altere su funcionamiento cotidiano ni le provoque ningún tipo de malestar, no es en absoluto necesario plantear un cambio para él/ella.